Salió el sol

Brilló nuevamente el sol...

El padre de mis hijos acaba de estar entre la vida y la muerte. Afortunadamente está vivo.

Vendrán algunas complicaciones, pero lo más importante es que tiene vida.

Me preocupó mucho su situación, en primer lugar por que es el padre de mis hijos, y en segundo por que me hubiera preocupado por cualquier persona cercana a mí que hubiera estado en sus circunstancias.

Lo más curioso es que no lo he podido ver, a pesar de que tenemos dos hijos en común. Sin embargo aprendí que existen personas que están a tu lado y a pesar de eso te sientes solo. Lo único que pude hacer fue ir el primer día al hospital, en donde su familia no me dejó verlo (por que estaba delicado), y estar en contacto telefónico con uno de sus hermanos quién me ha mantenido informada. Hoy no quiero hablar ni pensar mal de su familia, reconozco que son muy unidos y solidarios y lo están ayudando para salir adelante... Y esto ahora es lo importante. Ahora que está consciente me empieza a llamar y me siento más tranquila de que me platique que está bien, además de que ahora puede hablar con los niños y quizá el fin de semana hasta los pueda ver.

Yo he contado con el apoyo de mucha gente, entre ellos mi familia y mis pocas amigas que saben la situación. Sin embargo, hay alguien que me ha dado un apoyo y ayuda incondicional, y no sé cómo agradecerle la tranquilidad que me ha dado en estos momentos.

Mi reflexión ahora es ¿Realmente sabemos cuál es nuestra misión de la vida?... Como madre creo que mi motor son mis hijos, pero ¿cuánta gente no se suicida a pesar de ser padre o madre?... Sé que de esto aprendí mucho, aunque a decir verdad, todavía no estoy consciente de lo aprendido.