Reflexiones de Una Mujer Divorciada… Parte II
El Post anterior fue una pequeña Introducción al tema y como dirían en una Tesis, su justificación. Confieso que tengo una vaga idea sobre lo que quiero transmitir y no tengo un Indice, creo que éste, con las opiniones de todos (as) lo iremos haciendo sobre la marcha, por lo que les reitero que serán muy enriquecedores sus Comentarios.
…Comentaba que cuando me vino la idea del divorcio, lo relacioné en primera instancia con un sentimiento de Fracaso. Mi matrimonio duró legalmente casi 11 años, estuvimos juntos 9 años y hoy en retrospectiva creo que realmente mi matrimonio duró menos de 2 años… Algunas veces alguien me ha preguntado "¿Por qué seguir a lado de alguien cuando sientes que todo terminó?" y la respuesta es muy simple: Porque no quieres aceptar ni reconocer la realidad y por lo general, no te das cuenta que se ha destruido tu relación y no sabes cómo salvarla, llegas a creer que lo has intentado todo y ves que no sales adelante… así pasa el tiempo hasta que te sientes atrapado y “muerto en vida”.
En algunas ocasiones las personas tenemos una realidad ante nosotros y lo primero que viene a la mente es un Mecanismo de Defensa conocido como Negación, es muy común en situaciones de dolor o miedo para no querer aceptar la realidad como es.
En cambio el sentimiento de no querer fracasar, cuando fuiste educada en un ambiente tradicional, cuando conoces a muy pocas personas que son divorciadas y escuchas sobre ellas que son “fracasadas”, cuando desde niña tus padres ponen en ti altas expectativas y creces sintiéndote que puedes vencer cualquier obstáculo que se te presenta, te conduce a esas ganas de aferrarte a todo con tal de no ser eso que tú misma has juzgado: Fracaso.
Y no es el único sentimiento, también viene el Miedo. A pesar de que yo siempre fui independiente económicamente hablando, te da miedo estar sola. A las mujeres de mi época (y creo que actualmente se sigue haciendo con las niñas), se nos educa como a las que hay que proteger, solemos ser las “princesas” de nuestros papás. El padre (varón) sin darse cuenta en ocasiones tiende a ver como fuertes a los hijos varones y a cuidar y mimar a las niñas. Socialmente somos el sexo débil, a pesar de que hemos demostrado lo contrario (y de este tema se habló un poco cuando publiqué en noviembre del año pasado el post de “Mujeres Fuertes”). Suele ser más cómodo seguir en una relación de pareja, por muy disfuncional que sea, que tener que enfrentarte al mundo como divorciada. Como sea, al tener una pareja sientes que la responsabilidad recae en ambos, en cambio divorciada de repente te sientes sola frente al mundo.
No importa si la separación se dio por una infidelidad por parte de alguno de los dos, en los momentos de enojo y de ira te sientes traicionado por la persona que te abandonó, pero en los momentos de coherencia, a las mujeres nos vuelve a entrar ese miedo de estar solas. En situaciones así, llegas a tener sentimientos de tristeza, te lastiman tu ego, quieres averiguar quién es la “otra” y asumes un rol de víctima, aunque la mayoría de las veces lo que quieres es que él regrese contigo y si tu orgullo no es tan grande, puedes hacer hasta lo imposible por recuperarlo y perdonarlo. En cambio si un hombre es traicionado, también siente ira, le echa la culpa al “otro”, siente que abusaron de la fragilidad de su mujer y quiere a toda costa perjudicar a ese hombre que le robó lo que era suyo, le duele mucho su ego masculino y en lo personal creo que difícilmente perdona, más que nada por orgullo. También es cierto que una infidelidad de un hombre suele ser distinta ya que por lo general es causa de un enamoramiento o una “calentura” (como suelen decirlo), en cambio la infidelidad de una mujer, suele darse más por una vía emocional, y quizá cuando ya no se siente parte de una relación, raras veces se da por “calentura”, pero también se da… y este podría ser otro tema.
Lo primero que te sucede al separarte o divorciarte es que bajas tu nivel socio económico, y si eras una mujer “mantenida”, raras veces te dan una pensión que te alcance para mantener el mismo nivel de ingresos que tenías. Por lo general, la mujer tiene que trabajar (si no lo hacía) y esto implica dejar a los hijos en manos de alguien que te apoye (familia, ayuda doméstica, guarderías, etc). Esto conlleva a que el trabajo y el ingreso se convierten en una necesidad primaria y aunque te digan que la familia va primero, te vas dando cuenta que en la realidad no es así, ya que si no trabajas no te alcanza para vivir, ya que por muy generoso que sea el ex Cónyuge y se preocupe por darte una pensión justa, él también necesitará de sus ingresos para vivir y podrá asumir un rol de proveedor al cien por ciento con sus hijos, pero ya no contigo, porque se parte de la teoría que eres una persona adulta que también puedes trabajar y contribuir al ingreso del hogar, como lo hacen muchas otras mujeres actualmente. La pregunta que llegas a hacerte es ¿y en dónde está esa princesa a la que educaron diciéndole que todo lo tendría y que no sería jamás abandonada?... Hasta el momento no conozco a una sola mujer que al divorciarse no haya trabajado, que se haya quedado “conforme” con lo que recibe de pensión, y quizá la razón para trabajar no es solamente económica, también suele ser por un sentimiento de independencia y en ocasiones puede servir como terapia ocupacional.
Continuará…
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…Comentaba que cuando me vino la idea del divorcio, lo relacioné en primera instancia con un sentimiento de Fracaso. Mi matrimonio duró legalmente casi 11 años, estuvimos juntos 9 años y hoy en retrospectiva creo que realmente mi matrimonio duró menos de 2 años… Algunas veces alguien me ha preguntado "¿Por qué seguir a lado de alguien cuando sientes que todo terminó?" y la respuesta es muy simple: Porque no quieres aceptar ni reconocer la realidad y por lo general, no te das cuenta que se ha destruido tu relación y no sabes cómo salvarla, llegas a creer que lo has intentado todo y ves que no sales adelante… así pasa el tiempo hasta que te sientes atrapado y “muerto en vida”.
En algunas ocasiones las personas tenemos una realidad ante nosotros y lo primero que viene a la mente es un Mecanismo de Defensa conocido como Negación, es muy común en situaciones de dolor o miedo para no querer aceptar la realidad como es.
En cambio el sentimiento de no querer fracasar, cuando fuiste educada en un ambiente tradicional, cuando conoces a muy pocas personas que son divorciadas y escuchas sobre ellas que son “fracasadas”, cuando desde niña tus padres ponen en ti altas expectativas y creces sintiéndote que puedes vencer cualquier obstáculo que se te presenta, te conduce a esas ganas de aferrarte a todo con tal de no ser eso que tú misma has juzgado: Fracaso.
Y no es el único sentimiento, también viene el Miedo. A pesar de que yo siempre fui independiente económicamente hablando, te da miedo estar sola. A las mujeres de mi época (y creo que actualmente se sigue haciendo con las niñas), se nos educa como a las que hay que proteger, solemos ser las “princesas” de nuestros papás. El padre (varón) sin darse cuenta en ocasiones tiende a ver como fuertes a los hijos varones y a cuidar y mimar a las niñas. Socialmente somos el sexo débil, a pesar de que hemos demostrado lo contrario (y de este tema se habló un poco cuando publiqué en noviembre del año pasado el post de “Mujeres Fuertes”). Suele ser más cómodo seguir en una relación de pareja, por muy disfuncional que sea, que tener que enfrentarte al mundo como divorciada. Como sea, al tener una pareja sientes que la responsabilidad recae en ambos, en cambio divorciada de repente te sientes sola frente al mundo.
No importa si la separación se dio por una infidelidad por parte de alguno de los dos, en los momentos de enojo y de ira te sientes traicionado por la persona que te abandonó, pero en los momentos de coherencia, a las mujeres nos vuelve a entrar ese miedo de estar solas. En situaciones así, llegas a tener sentimientos de tristeza, te lastiman tu ego, quieres averiguar quién es la “otra” y asumes un rol de víctima, aunque la mayoría de las veces lo que quieres es que él regrese contigo y si tu orgullo no es tan grande, puedes hacer hasta lo imposible por recuperarlo y perdonarlo. En cambio si un hombre es traicionado, también siente ira, le echa la culpa al “otro”, siente que abusaron de la fragilidad de su mujer y quiere a toda costa perjudicar a ese hombre que le robó lo que era suyo, le duele mucho su ego masculino y en lo personal creo que difícilmente perdona, más que nada por orgullo. También es cierto que una infidelidad de un hombre suele ser distinta ya que por lo general es causa de un enamoramiento o una “calentura” (como suelen decirlo), en cambio la infidelidad de una mujer, suele darse más por una vía emocional, y quizá cuando ya no se siente parte de una relación, raras veces se da por “calentura”, pero también se da… y este podría ser otro tema.
Lo primero que te sucede al separarte o divorciarte es que bajas tu nivel socio económico, y si eras una mujer “mantenida”, raras veces te dan una pensión que te alcance para mantener el mismo nivel de ingresos que tenías. Por lo general, la mujer tiene que trabajar (si no lo hacía) y esto implica dejar a los hijos en manos de alguien que te apoye (familia, ayuda doméstica, guarderías, etc). Esto conlleva a que el trabajo y el ingreso se convierten en una necesidad primaria y aunque te digan que la familia va primero, te vas dando cuenta que en la realidad no es así, ya que si no trabajas no te alcanza para vivir, ya que por muy generoso que sea el ex Cónyuge y se preocupe por darte una pensión justa, él también necesitará de sus ingresos para vivir y podrá asumir un rol de proveedor al cien por ciento con sus hijos, pero ya no contigo, porque se parte de la teoría que eres una persona adulta que también puedes trabajar y contribuir al ingreso del hogar, como lo hacen muchas otras mujeres actualmente. La pregunta que llegas a hacerte es ¿y en dónde está esa princesa a la que educaron diciéndole que todo lo tendría y que no sería jamás abandonada?... Hasta el momento no conozco a una sola mujer que al divorciarse no haya trabajado, que se haya quedado “conforme” con lo que recibe de pensión, y quizá la razón para trabajar no es solamente económica, también suele ser por un sentimiento de independencia y en ocasiones puede servir como terapia ocupacional.
Continuará…
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Comentario Posterior: Después de un intercambio de comentarios con Centrífugo en donde me hacía ver que lo mencionado daba para tres temas distintos, pude identificar por qué no los abordé. Si esto fuera un capítulo de un libro, considero que el tema que quise abordar son los "Sentimientos a los que te enfrentas al separarte, sin importar la causa de la separación". Es por esta razón que no quise profundizar ni en la infidelidad ni en las causas de la separación, que podrán ser temas para abordar después. Hoy me centraría en el sentimiento de Fracaso, Miedo al Abandono y Miedo para enfrentar la situación.